miércoles, 18 de junio de 2008

Esto huele mal… o ya ni huele….

El Hijo Des-obediente

Vaya situación a la que habrá que ponerle atención. Con la novedad de que los capitalinos ya no olemos bien, y no necesariamente porque haya un mal olor entre nosotros (que será tema de otra disertación odorífica), sino porque nos topamos con que gracias a la maldita contaminación y toda la serie de partículas suspendidas en el aire, entre otras por las concentraciones de ozono por arriba de los niveles establecidos como “normales”, estemos perdiendo la capacidad de identificar olores.

Estas son algunas conclusiones que rescatamos del estudio publicado por la bióloga Aline Arriola, del Instituto de Investigaciones Biomédicas de la UNAM, en el que compara a un grupo de capitalinos de lo que se considera la zona más contaminada del DF, o sea el sur poniente, en comparación con un grupo de habitantes de Tlaxcala, ya que particularmente ese estado tiene características geográficas similares a las de esta “bonita ciudad”.

Las pruebas de identificación de sustancias por medio de su olor, se realizó con estímulos de naranja, café, atole de cajeta y horchata pero en concentraciones sustancialmente por arriba de los umbrales de detección.

Curiosamente, para los olores de naranja y café, resulta que los habitantes de Tlaxcala obtuvieron un número significativamente mayor de respuestas correctas en comparación con los de la ciudad de México.

En donde sí se vieron más diestros los capitalinos fue en la identificación del atole de cajeta, que a juzgar de la concurrencia, gracias a que es uno de los fieles compañeros frecuentes en el apresurado desayuno con tamal, un manjar de estas características podría ser identificado hasta debajo de las piedras.

Donde quedaron tablas fue en ubicar el olor de la horchata, en la cual no hubo diferencias significativas entre uno y otro bando.

Sólo algunos datos más del estudio para la consideración de nuestros (tres) lectores:
En la ciudad de México, según datos de INEGI del 2003, había registrados cuatro millones de vehículos y alrededor de 35 mil industrias, así como un consumo diario de 17.8 millones de litros de gasolina.

Datos de la Red Automática de Monitoreo Atmosférico (RAMA), la población de la ciudad de México ha estado expuesta la mayoría de los días en los últimos 17 años a concentraciones de ozono por arriba de los niveles que establece la norma oficial, y respecto de otros componentes la norma se ha rebasado durante durante 112 días para el bióxido de azufre, durante 20 días para el monóxido de carbono y durante 820 días para partículas suspendidas (este último, a partir de 1995).
Hagamos cuentas.

El estudio completo está disponible en esta dirección
http://www.biomedicas.unam.mx/noticias_gaceta.htm

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Saludos al hijo des-obediente, que no es precisamente un autobus, buen artículo.
Alguna vez escuche a modo de burla que los niños del kinder en el DF, cuando les piden dibujar una vaca, dibujan un envase de leche.

Anónimo dijo...

Hay hijito... pos ojalá y todos los que vivimos en el defectuoso tuvieramos tan buena suerte de oler a horchata, canela, naranja o ya de perdida a atole de cajeta cada vez que subimos al transporte público... En las mañanas peor que muestrario de perfumería barata - eso sí, pirata original- y en las tardes cada ser, no me atrevería a decir humano, se esfuerza por sacar lo peor de sí, quizá como un acto de protesta o qué sé yo. Y ya no se diga cuando uno tiene que acudir a un lugar público, hasta la "Doña" - María Félix- se quejaba del olor a orines de catedral y no se digan los parques públicos...

Sr. des-obediente, los chilangos no han perdido el sentido del olfato, esas son mentiras de los neoliberales de extrema derecha que ya no aguantan el color amarillo de la gente que habita esta urbe, sin darse cuenta que eso se llama anemia y no perredismo, por decir menos, pero bueno... eso es harina de otro costal.

Volviendo al tema en cuestión, le digo que la pérdida de olfato que se ha detectado es en realidad un acto de defensa a nuestra propia decadencia ¿Acaso no tenemos derecho a eso, o estamos condenados a respirar los malos humores de esta ciudad que ya no da pa mas?

Para muestra el siguiente experimento: ponga las excrecencias y fluidos que se generan en un día de los más de 10 millones de personas que habitamos en esta ciudad... dejelos serenar a cielo abierto con temperaturas de más de 20 grados... combinelo con un deficiente sistema de drenaje y aderécelo con la negligencia y corrupción de las autoridades... seguro que no le va a oler a rosas y en serio que va a querer no tener nariz por lo menos hasta que aparezca otro cesudo estudio que sólo busca como seguir viviendo del presupuesto presentando resultados por demás hartamente absurdos.

Redacción de Mundo Enfermo y Triste dijo...

Agradezco los comentarios a esta intervención sobre la disminución en la capacidad de detectar olores.
No tengo más que coincidir con las reflexiones que amablemente depositan en este espacio y efectivamente como señala uno de nuestros 3 lectores cuando escribe que es mera defensa propia el dejar de oler los malos humores de esta ciudad que lamentablemente cada vez se duele por lo que nadie se atreve a llamar inundaciones, sino meros 'encharcamientos' y las tristes condiciones de las coladeras y afectados drenajes.
De los humores del cada vez peor servicio del metro, micros, metrobús y demás transportes que nos llevan de un lado a otro, mejor ni hablamos.
Esperamos contar con su intensa participación

El Hijo Des-obediente